domingo, 1 de febrero de 2009

Identificación biométrica, la llave del presente, otra contradicción entre tecnologia y progreso

Elvira Fernandez consideraba en el año 2000 la identificación biométrica como la llave del futuro. Hoy podemos ver como esta tecnología se ha ido implantando en más y mas sistemas de accesos como un sistema fiable de identificación de personas.


Las aplicaciones de identificación de caras esta empezando a ser aplicada en multitud de instalaciones de seguridad en aeropuertos, cámaras de vigilancia de calles en grandes ciudades, etc. Cada día estamos mas vigilados y los arquitectos ya incluyen estos sistemas como un capitulo habitual en sus proyectos de construcción de edificios especiales.


La tecnología trabaja en esta ocasión en contra del ser humano persiguiendo sus movimientos y metiéndose en su vida. Dentro de poco se podrá hacer un recorrido virtual de una mañana de alguien sin mas que seguir su trayectoria real a través de sus identificaciones efectuadas por estos medios en los distintos ambientes donde haya estado, cruces de calles, grandes almacenes o simplemente, tiendas de tamaño medio en las que dentro de poco veremos estos sistemas funcionando como una nueva etapa en sus procedimientos de seguridad, y sino, al tiempo.


Otra contradicción más entre tecnología y progreso a añadir a la ya larga lista de situaciones en las que el desarrollo tecnológico no trabaja a favor del hombre y nos hace sentir y estar demasiado controlados.


Reproduzco el articulo de Elvira Fernandez aparecido en Ciencia Digital .


Identificación biométrica, la llave del futuro


Como salidas de una película de espías o de ciencia-ficción las nuevas tecnologías de identificación por medio de sistemas biométricos se perfilan como la futura llave que nos abrirá todas las puertas. El santo y seña del siglo XXI será nuestro propio cuerpo, nuestras características físicas, únicas y distintas de las de cualquier otro ser humano. Pronto la identificación por huellas dactilares, geografía de la mano, reconocimiento facial, del iris o de la voz se convertirán en los nuevos passwords de entrada a múltiples sistemas, desde el acceso a cuentas bancarias, vehículos, áreas laborales y archivos informáticos hasta, ¿por qué no?, a nuestra propia vivienda.


Identificación, vigilancia, control, no son conceptos del mundo moderno, sino que caminan de la mano de la historia del hombre. Ya en el antiguo Egipto se llevaban registros de población que facilitaban el control fiscal o militar y son bien conocidos también los Censos Israelitas, que datan del siglo XV A.C. y que permitían, entre otras cosas, la identificación de los componentes de las tribus nómadas para su posterior reagrupamiento. Desde entonces hasta hoy la identificación personal se ha basado tradicionalmente en la posesión de llaves, tarjetas, claves, de palabras o números, como el de la seguridad social, el carné de identidad, el de conducir, los códigos de barras, etc. Sin embargo, el ser humano posee características que lo hacen único: las huellas dactilares, la voz, el iris, el rostro o el ADN, constituyen la contraseña más segura que existe.

La verificación biométrica por medio de características físicas únicas comenzó al final del siglo XIX con las huellas dactilares y desde entonces su uso se ha visto generalizado sobre todo por los cuerpos de seguridad. Hoy, sistemas automáticos que escanean y digitalizan huellas han llevado esta técnica mucho más allá de las investigaciones policiales y se pueden encontrar todo tipo de dispositivos biométricos para controlar los accesos a sistemas informáticos, garantizar la seguridad en transacciones bancarias o simplemente acceder a nuestro dinero, como es el caso de los cajeros automáticos que reconocen el iris o la retina, de los que ya existen algunos prototipos instalados en las calles de Estados unidos y Gran Bretaña.

Ante la necesidad de sistemas cada vez más seguros los científicos han recurrido a la Biometría aplicada a la verificación de la identidad de un individuo de forma automática, empleando sus características biológicas, psicológicas y de conducta. Esta identificación, que es la única que permite una autenticación individual y exacta, utiliza ciertos patrones fisiológicos, digitalizados y almacenados. Los rasgos comúnmente usados incluyen el modelo de huellas digitales, de vasos sanguíneos en la mano o retina, del rostro, el tamaño, forma y largo de los dedos e incluso el olor.


Cómo funcionan

Los sistemas biométricos se componen de un hardware y un software; el primero captura la característica concreta del individuo y el segundo interpreta la información y determina su aceptabilidad o rechazo, todo en función de los datos que han sido almacenados por medio de un registro inicial de la característica biométrica que mida el dispositivo en cuestión. Ese registro inicial o toma de muestra es lo que determina la eficacia del sistema. En el caso de las huellas dactilares, un usuario coloca el dedo en un sensor que hace la lectura digital de su huella, después, el programa guardará la información como un modelo; la próxima vez que ese usuario intente acceder al sistema deberá repetir la operación y el software verificará que los datos corresponden con el modelo. El mismo principio rige para la identificación por el iris/retina, con ayuda de videocámara, el rostro, la mano completa, etc. Las tasas de exactitud en la verificación dependen en gran medida de dos factores: el cambio que se puede producir en las personas, debido a accidentes o a envejecimiento, y las condiciones ambientales, como humedad en el aire, suciedad y sudor, en especial en la lectura que implique el uso de las manos.

En cuanto a qué partes del cuerpo son las más adecuadas para su utilización en identificación biométrica, aunque en principio cualquiera sería susceptible de ser usada, para su elección se atiende a criterios prácticos concretos. Lo ideal es que se trate de una característica física robusta, es decir, no sujeta a grandes cambios; que sea lo más distintiva posible en relación con el resto de la población, que sea una zona accesible, disponible y, por supuesto, aceptable por el usuario que, en ocasiones, puede llegar a percibir algunos dispositivos biométricos como excesivamente intrusivos.

Por último, hay que hacer una distinción entre aquellos dispositivos que miden el comportamiento y los que miden una característica fisiológica. Entre los primeros se encuentran el análisis de la dinámica de la firma y el del golpe en el teclado; los segundos incluyen la huella dactilar, la geometría de la mano y el dedo, la termografía facial y la exploración del iris o la retina. El reconocimiento de la voz es un parámetro biométrico basado en ambos análisis, el fisiológico que determina la zona vocal y el de comportamiento del lenguaje y las palabras usadas. Evidentemente aquellos dispositivos que se basen en el comportamiento requieren de la cooperación del usuario, mientras que se puede identificar fisiológicamente a cualquiera sin su cooperación e incluso sin su conocimiento, como en el caso de la imagen captada por una videocámara.


Tipos de sistemas y sus aplicaciones

Cada sistema biométrico utiliza una cierta clase de interfaz, un sensor o mecanismo de captura determinado y un software específico. La identificación por geometría de la mano o huellas digitales, la más extendida, crea una imagen digital tridimensional, que es capturada, calibrada y guardada en un archivo. Para la identificación por el ojo existen dos sistemas: topografía del iris, identificando en pocos segundos más de 4.000 puntos, y topografía de la retina, midiendo con luz infrarroja de baja intensidad 320 puntos predefinidos en el diagrama de las venas

El reconocimiento facial compara las características faciales con una imagen previamente escaneada, lo mismo que la identificación por voz con un patrón pregrabado, que analiza la presión del aire y las vibraciones sobre la laringe. La identificación por firma mide el tiempo, la presión, la velocidad, el ángulo de colocación del lápiz y la velocidad de las curvas, todo a través de un lápiz óptico con el que la persona firma en un soporte específico o pad. Por último, los sensores de olor, aún en desarrollo, utilizan un proceso químico similar al que se produce entre la nariz y el cerebro, sin que los perfumes sean capaces de enmascarar el olor particular de cada uno.

La identificación biométrica experimenta una aceptación creciente debido a la reducción de los costos de los dispositivos y a su alta confiabilidad. Por ello, no se restringe su uso a aplicaciones de alta seguridad, como bancos e instalaciones gubernamentales, sino que también se extiende a las empresas, para el control de clientes y empleados y en el acceso a oficinas y plantas comerciales e industriales. Aunque la lista sería interminable, algunas de las aplicaciones de la identificación mediante sistemas biométricos serían los servicios públicos, servicios policiales, penitenciarios, instituciones de salud, permisos de conducir, inmigración, registro de armas, controles de acceso, tiempo y asistencia, seguridad de redes informáticas, comercio electrónico, educación, etc.


La huella genética

Además de los diversos proyectos de muchos países para la construcción de bases de datos de huellas digitales, para control de la inmigración, por ejemplo, en EE.UU. tienen planes para hacer lo mismo aplicado a la identificación de pacientes hospitalarios. Por otro lado, ya existe la tecnología para incorporar diminutos dispositivos de reconocimiento biométrico a objetos de uso cotidiano, tales como teléfonos móviles, ordenadores portátiles, teclados, tarjetas bancarias, armas de fuego, el volante del coche, etc.

Con toda seguridad, la tecnología también llegará a desarrollar un sistema de identificación automática por el ADN y, de hecho, la viabilidad de sistemas basados en el análisis del ADN es una de las líneas de investigación abiertas en la actualidad.

Por otro lado, muchos estados americanos ya disponen de la base legal para tomar muestras de ADN de los criminales convictos y el propio Departamento de Defensa estadounidense se propone crear un registro de ADN, un banco de datos, con millones de muestras de los miembros de las fuerzas armadas. De ahí a su extensión a la población en general tal vez haya un paso. Sólo faltaría el dispositivo capaz de reconocer en pocos segundos la estructura molecular de un individuo simplemente con tenerlo enfrente. Como toda nueva tecnología, la identificación biométrica plantea ventajas evidentes, pero también riesgos, muchas veces encubiertos, derivados de su mala utilización, como la invasión de la privacidad y el control y la vigilancia exhaustivos que permitiría ejercer sobre los ciudadanos, al más puro estilo orwelliano.

Autor: Elvira Fernández | 2000


articulo fuente de Ciencia Digital


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